Esa mañana me desperté con una idea diferente: viajar,
recorrer lugares; y esta vez no era un simple pensamiento, quería hacerlo realidad.
Sé que a mis cortos 20 años debería pensar en terminar mi carrera y asi ser lo
que yo soñaba de pequeña, una grandiosa y exitosa veterinaria, recuerdo las
tardes que me pasaba buscando hormigas para “curarlas”, pero terminaba
matándolas y mamá me retaba; pero ¿y si lo mio no era esto?
Escuche un grito que provenía de la cocina: “Miaaaa, el
desayuno esta listo”. Era hora de empezar el día, la rutina: despertar,
desayunar y ponerme a estudiar para ese bendito final al que le tenia tanto
miedo, pero que con un poco mas de esfuerzo lograría aprobar.
Salude a mamá que se encontraba sentada en la punta de la
mesa como de costumbre con su taza de café y sus tostadas con mermelada, q siendo
las 8y30 ya se disponía a salir hacia su trabajo. Ella trabaja en un hospital,
es enfermera, y ama su oficio; ayudar es lo que mas le da felicidad. “¿Dondé
está papá?” – pregunté; el casi nunca desayunaba con nosotras, siempre estaba
“tapado” de trabajo. “Tuvo que salir temprano, lo llamaron para una reunión a
último momento” – contestó mamá. Odiaba el trabajo de papá, realmente nunca
pude entender bien lo que hacía, siempre lo veo lleno de papeles y yendo de un
lado a otro con traje y corbata.
Me serví mi taza de yogurth con cereales y me senté, agarré
el diario de hoy; como siempre lo abrí al medio y con que me encuentro, la
parte de “turismo” ¡Interesante! Había una gran imagen de una playa, arena y
lleno de gente tomando sol, divirtiendosé. Leo el encabezado “Playa paradísiaca
- Cuba”. ¡Guau! Si realmente existía este lugar yo tenía que conocerlo… y
pronto.
Sonó la bocina del auto del chofer de mamá. Carlos era un
hombre de unos 50 años de edad, pasó con mi familia casi la mitad de su vida;
empezó llevándome a mi al jardín cuando mis padres estaban muy ocupados; luego,
a medida que ya pude manejarme sola pasó a ser chofer de mamá. Mi abuelo
falleció cuando yo no nacía todavía, por lo tanto Carlo iempre fue como uno
para mi.
Después de recorrer dos vece la casa, para ver si no se le
olvidaba nada, mamá me despidió y salió. Al fin la casa sola, ahora si podía
disponerme a estudiar. Lavé mi taza y subí a mi cuarto, arriba del ecritorio ya
me estaban esperando los libros, ansiosos porque los abra, ¡Que horror!
En mi silla, como de costumbre, estaba Pupi, esa cosa con
pelos que parecía ser un perro. Apenas me vió se bajo pero claro, me senté y
enseguida subió a mis piernas para seguir durmiendo.
Prendí mi notebook y puse música. Era temprano, podía navegar
un rato en internet y después etudiar. Puse en mi buscador “Lugares para
conocer”, y comencé a ver distintas páginas de hermosos lugares. Nunca había
salido de Argentina, no conozco el mar, vivo en Córdoba, más que lagos y ríos no
hay.
Pronto se venían las vacaciones de verano, si aprobaba eta
materia iba a tener dos largos meses para disfrutar y con un poco de
predisposición y dinero que tenía ahorrado podía hacer un viajecito; pero
quería hacerlo sola, siempre para todo tenia la ayuda de mis padres, esta vez quería
que sea por mi misma.
Si quería hacer eo debía etudiar, para poder tener todo el
verano para mi. Cerre la notebook y abri los libros, ¡Capitulo 5 alla vamos!